Vive les Jeux olympiques !
Detrás de una red roja y rasgada, una multitud de andamios en ruinas preceden la piedra oscurecida del Parque olímpico de Barra da Tijuca. A dentro, el gimnasio resguarda un charco gigante y sucio. El sonido perpetuo de un chapoteo se adueña del inmenso espacio vacío bajo el tejado. En un bosque cerca de Pekín, el cadaver multicolor de una mascota abandonada espera desde 2008 una sepultura digna. Sobre todos los arboles cortados para los juegos invernales de Pyeongchang, dos o tres ancianos pasean cada día. Apenas rompen la inmovilidad con sus recuerdos melancólicos de lo que antecedía aquel desierto. Desde 1984, las pistas que servían para el salto de ski y la esperada alza de la economía yugoslava propulsaron los cohetes de la guerra que empezó siete años después. Cerca de Grenoble, el trampolín de Saint-Nizier-du-Moucherotte produce cada año más aludes de rocas fisuradas. En Atenas, el escalón del estadio baldío imita los vestigios de los anfiteat...

